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Mitos y realidades del acné.
El acné es una enfermedad crónica de la unidad pilosebácea que afecta a más del 90% de los adolescentes. Por lo general, comienza en la pubertad, al mismo tiempo que los cambios hormonales, y puede persistir hasta la edad adulta.
Se considera que las hormonas desempeñan un papel importante, ya que el aumento de hormonas, sobre todo durante la adolescencia, incrementa el tamaño y la secreción de las glándulas sebáceas. Los factores más importantes que contribuyen a su formación son el exceso y acumulación de sebo y la colonización de bacterias que generan inflamación.
A continuación, se encuentran algunos de los mitos más frecuentes sobre el acné:
Mito: El acné se produce por comer chocolate.
Realidad: Los alimentos no causan acné, pero las investigaciones sugieren que ciertos alimentos, como los productos lácteos y alimentos altos en carbohidratos, pueden aumentar la gravedad o la frecuencia del acné. Los pacientes que consumen mucha cantidad de azúcar pueden exacerbar su acné, por lo tanto, lo mejor es seguir una dieta saludable.
Mito: Exprimir los granos ayuda a que desaparezcan más rápido.
Realidad: Aunque pueda parecer que exprimir un grano lo hace menos visible, lo que puede provocar es que tarde más en desaparecer y que las bacterias se propaguen por la piel, enrojeciendo e inflamando más el área alrededor. Por lo tanto, a veces, exprimir un grano puede causar una cicatriz o mancha que permanece en la piel durante meses. Las limpiezas faciales deben ser realizadas por personal capacitado, ya que de manera cuidadosa realizan la extracción.
Mito: El acné está causado por una mala higiene.
Realidad: Si bien la mala higiene puede agravar el acné, no es consecuencia de la falta de higiene. Lavar la cara todos los días ayuda a eliminar las células muertas de la piel, el exceso de grasa o la suciedad, pero hay que evitar una limpieza excesiva, ya que puede provocar sequedad e irritación en el rostro.
Mito: La pasta de dientes sirve para secar los granos.
Realidad: La pasta de dientes irrita la piel, por lo que algunos pueden creer que seca los granos, pero lo que realmente hace es irritar y causar enrojecimiento.
Mito: El acné es una enfermedad contagiosa.
Realidad: Aunque en el acné interviene una bacteria, las lesiones no son contagiosas para ninguna otra persona, incluso en una convivencia cercana.
Mito: El estrés provoca brotes de acné.
Realidad: Actualmente se ha visto que el estrés emocional es capaz de empeorar el acné. Se sabe que el estrés aumenta la excreción de hormonas esteroides suprarrenales, que influyen en las glándulas sebáceas, por lo que puede empeorar el acné.
Mito: El acné puede estar causado por el maquillaje.
Realidad: El uso de maquillajes y cosméticos que no sean para pieles grasas pueden obstruir la salida del folículo piloso y promover la aparición de comedones (espinillas) y, por lo tanto, de acné. Las personas con tendencia acneica deben tener en cuenta que cualquier preparado que se aplique en su rostro (maquillaje, crema hidratante, protector solar) debe ser con una base oil-free para pieles con tendencia acneica (“no comedogénica”).
Mito: El acné desaparece solo y no requiere tratamiento.
Realidad: Es cierto que durante la adolescencia hasta el 80% de las personas sufren acné, pero no por este motivo debe vivirse como algo natural que no requiere intervención. Es importante realizar el tratamiento lo más precoz posible para evitar la aparición de cicatrices que pueden permanecer para el resto de la vida.
Es importante acudir a valoración con el dermatólogo, ya que cada paciente necesita un tratamiento especializado según la severidad del acné.
Texto: Dra. Sofía Álvarez Guerrero.